Uniéndose a Siva

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Manava Matrakrite Antima Siddhantah

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Conclusiones Finales para Toda la Humanidad

Me liberé a mi mismo de los grillos con los que el Creador me encadenó. Aprendí el camino para alcanzar Siva. Destruí mis karmas con la filosa espada de la realización y me levanté sin ego. Y ahora apuro el camino hacia la ciudad de Dios.

Tirumantiram 2962

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Un sacerdote Sivacharya baña los pies del satguru durante padapuja, adorándolo como Siva. Las genuflexiones devoto, ofreciendo flores a sus pies sagrados, adornada con pasta de sándalo y kumkum rojo. El camino de charya a kriya al yoga y finalmente a jñana se transmite de gurú a discípulo.

 

Lunes
LECCIÓN 358
La Sabiduría de los Siglos

La religión como se la conoce en la actualidad es una ramificación de diversos grupos étnicos que se formaron en los albores de la historia de la humanidad y forjaron sistemas de leyes, de cultos, de cultura y de creencias. Las circunstancias únicas de geografía, lenguaje, comunicaciones y raza, aislaron a un grupo del otro y surgieron diferencias que fueron preservadas: diferencias de creencias y de costumbres. A medida que estas comunidades variaron, variaron también los sistemas que satisficieron a cada una. Desde su comienzo absorbieron los esquemas singulares de pensamiento de su cultura y de sus líderes, y estas distinciones fueron perpetuadas de padres a hijos, del guru al discípulo, de una generación a la siguiente. El líder era el shaman, el sacerdote, el acharya, el rey-filósofo. Este era entre todos un buen conocedor de asuntos religiosos y naturalmente se volvió la autoridad, el sacerdote tribal. La religión en los comienzos era tribal, ya que el ser humano en sus primeras experiencias era tribal. Siendo tribal, la religión fue política. El carácter político ha sido preservado, así como lo encontramos hoy, en las muchas religiones del mundo, que son en la mayor parte las creencias comunes de varias razas y/o de naciones en la Tierra.

Cinco o diez mil años atrás en los Himalayas, y a lo largo del Valle del río Indus, antiguos rishis y sabios estudiaron y meditaron acerca de las eternas verdades que les fueron transmitidas y en conclaves acordaron en conjunto sobre los resultados de sus descubrimientos personales en el camino hacia adentro. Siguiendo una tradición ya antigua, fueron enviados en misiones – a Kashmir, China, Grecia, Egipto, Arabia, Mesopotamia, India del sur, Asia del Sudeste y a todo lugar alcanzable del mundo – con el mismo mensaje, digerido y conciso, dado con el poder y la fuerza de sus realizaciones personales sobre las conclusiones finales.

Voy a hablar hoy acerca del Hinduismo y de las conclusiones alcanzadas por estos primeros sabios y santos sobre la evolución ordenada del alma humana y de la última meta espiritual de tal evolución, la acumulación de los incontables pasos acumulados del alma en su travesía hacia la Verdad. Los ancianos, los rishis y sabios que formularon estas conclusiones finales, las grabaron en escrituras que existen aún hoy. Ellos no estaban interesados en preservar una visión sectaria de la religión. Sino que asentaron sus conclusiones para toda la humanidad. Ellos habían realizado a Dios dentro de sí mismos, y desde esa realización interna ellos hablaron con humildad sin límites y con indiscutible autoridad. Estas enseñanzas fueron grabadas en los primeros Vedas. Florecieron en los Upanishads. Fueron detalladas en los Agamas. Se conocieron como el Sanatana Dharma, el Sendero Eterno.

De acuerdo con el Hinduismo antiguo, todo es Siva. Todo es Dios. Dios es ambos, inmanente y trascendente, ambos saguna y nirguna, con y sin forma. No existe sino un Dios. El se manifiesta de formas variadas, sin forma como Realidad Absoluta, como forma sutil o Pura Conciencia, Satchidananda, Pura Energía o Luz fluyendo a través de toda existencia, y como el Señor personal y Creador, el Alma Primordial. Como Señor Inmanente, Siva creó el alma, y el mundo de forma y experiencia, que puede evolucionar hacia el Absoluto y unirse al El.

El Upanishad Svetasvatara (3.1-2 UPP) habla de Dios como ambos, inmanente y trascendente, y me gustaría mencionarte de él algunas frases. "El es el Señor único, el Creador. El entra en todos los vientres. El Unico Absoluto, Existencia impersonal junto con su inescrutable maya, aparece como el Señor Divino, dotado de múltiples glorias. Con Su poder Divino mantiene el dominio sobre todos los mundos. En los períodos de Creación y de Disolución del universo, sólo El existe. Aquellos que lo realizan se vuelven inmortales. El Señor es único, sin quien lo secunde. El habita dentro del ser humano y dentro de otros seres. El proyecta el universo, lo mantiene y lo revierte hacia El mismo." En otra parte, el Upanishad Svetasvatara (3.8-9 VE) habla de Dios como Alma Primordial, "Yo he conseguido conocer a esa poderosa Persona, dorada como el sol, más allá de toda oscuridad. Conociéndolo, el ser humano trasciende la muerte; no existe ningún otro sendero para alcanzar esa meta. No hay nada más elevado que El; no existe nada más pequeño que El, nada más grandioso. El se levanta como un árbol con raíces en el cielo, el Unico, la Persona, llenando el mundo entero." Y el Upanishad Mundaka (2.1.2 MC) habla de Dios como el no manifestado, Nirguna Brahman: "Ser resplandeciente, sin forma, sin origen y puro, ese Ser que lo penetra todo es omnipresente, anterior a la vida y a la mente. El trasciende incluso el estado trascendente, no-manifiesto y causal del universo."

Martes
LECCIÓN 359
Impetuoso, Impaciente

La meta final de la vida humana es la realización, la liberación – realización del Absoluto, No-manifiesto, Parasiva, Nirguna Brahman, y la liberación de la vuelta a nacer. Esta realización no puede ser alcanzada simplemente por un esfuerzo de la mente, por una disciplina o método. Son necesarios sadhanas, tapas y bhakti para purificar la mente y el cuerpo en preparación para la Realización de Dios, pero es por la gracia del satguru que es obtenida.

El Hindú de Norteamérica - y con estas palabras incluimos al Hindú de India que vive en Norteamérica ya sea en primera generación, segunda, tercera o cuarta – a menudo quiere comenzar al final del sendero en vez de al comienzo. Existe una clara falta de paciencia en este lado del planeta. Nuestro deseo, nuestra falta de conocimiento que origina deseo indebido, nos lleva más allá de nuestras habilidades, y antes de nuestro tiempo. Queremos todo ahora. Somos impacientes y quizás poco dispuestos a esperar por la natural satisfacción del deseo, por el natural desarrollo del alma. Buscamos forzarlo, luchar por mayores logros de los que estamos preparados a mantener. Queremos la iluminación y la queremos ahora. Pero no pueden obtenerse resultados a menos que tengamos la paciencia de empezar por el comienzo y que continuemos sistemáticamente. Debemos dar un paso y luego otro. No existen atajos para la iluminación, pero existen desvíos. Impaciencia con el proceso natural es uno de ellos.

Si encuentras un melón verde en un campo, ¿servirá exponerlo a mayor cantidad de sol? ¿A más calor? ¿Acaso madurará más rápido y sabrá más dulce? No, no será así. Madura desde adentro hacia fuera. El proceso no puede ser forzado. El melón madurará sin intervención. De forma similar, el alma madurará a su tiempo. Yo no quiero decir que no debes luchar, que no debes hacer aún mayores esfuerzos internos. Lo que digo es que la lucha impaciente, la clase de lucha que deja de lado el sentido común y que dice "yo voy a obtener la iluminación sin importar lo que pase", es en sí misma un obstáculo para la realización, que no es algo que se adquiere. Los Hindúes del occidente tienen mucho que aprender de los Hindúes del este, en lo que se refiere a contentarse con su karma y con su dharma. Debemos trabajar para perfeccionar una serenidad interna que puede aceptar pasar una vida o varias vidas en búsqueda de la Verdad, que puede aceptar que algunos de nosotros somos por naturaleza y por desarrollo más adaptados para el servicio y la devoción, y otros más adaptados al yoga y a los varios sadhanas. Esta es una perspectiva mucho más iluminada que la noción del occidente que sutilmente sostiene que existe una sola vida en la que todas las metas deben ser alcanzadas.

El sendero eterno, el Sanatana Dharma, ha sido bien detallado por las grandes mentes iluminadas, mentes desarrolladas, mentes espiritualmente desarrolladas, mentes realizadas en este planeta. Nadie puede saltear, evitar, evadir o abstenerse de ninguna parte de ese sendero. Así como Euclides no pudo encontrar una "ruta real" especial a geometría o filosofía para su impaciente estudiante de la realeza, no existe una "ruta real" privilegiada hacia la iluminación espiritual. En forma similar, un corredor de la maratón no puede comenzar la carrera avanzado veinte millas de la línea de partida. Un escalador de montañas no puede negarse a escalar los más bajos y quizás menos desafiantes acantilados. Las leyes naturales conocidas por todas las personas no lo permiten. Es lo mismo en el sendero espiritual.

El sendero espiritual eterno, el camino a Dios, es amplio. Acepta a todos y no rechaza a ninguno. No importa en qué estadio se halla la persona en su desarrollo interior, el sendero eterno lo coge en sus brazos y le da aliento. Si es una persona simple, el sendero para ella es simple, no sofisticado, respondiendo a las necesidades de la vida diaria, y al mismo tiempo abriéndolo a más y más formas sutiles de culto y de vida. Si es una persona avanzada, un alma madura, encontrará dentro del Hinduismo el San Marga, el sendero puro hacia el Absoluto.

Miércoles
LECCIÓN 360
El Proceso de Evolución

Cuando un devoto que comienza viene al templo a rendir culto a Siva, ve a Siva como a un ser humano, una persona nada distinta a él mismo, y sin embargo como más que un ser humano, ye que Él es Dios, el Dios de Dioses, tan poderoso, tan consciente y completo dentro de Sí mismo que El es el centro de universos sin fin. Al venir a rendir culto a Siva, el devoto se postra frente a la Deidad así como si estuviera en la presencia del más grande potentado o majestad imaginable. Siva es eso para él. Sabemos cuan maravilloso puede resultar acercarse a un personaje distinguido y honrado. Nos hace sentir especiales. Hace surgir lo mejor de nosotros. Lo mismo sucede con este devoto. Él se siente a sí mismo en la presencia del Señor Supremo, y él trae lo mejor de sí al templo.

Si tiene un problema, si algo no está yendo bien en su familia o en su ocupación, vendrá al templo con ofrendas especiales. El sacerdote lleva esas ofrendas al santuario interior para el puja. Durante el puja, la ofrenda es bendecida y parte de ella le es devuelta al devoto para que la lleve a su hogar, llevando con ella la vibración del templo a su vida de todos los días. Durante el puja el devoto concentrará sus esfuerzos en abrirse a la influencia divina del Señor Siva. Y cuando se va del templo, estará buscando una solución para el problema, una nueva perspectiva que surja como resultado de su culto en el templo. Estará atento a cualquier señal indicadora de su ambiente – la forma en que la lagartija emite sonidos, cuantos cuervos se han posado, e incluso que clase de gente ha pasado por la puerta de su casa. Quizás la solución a su problema es simplemente una nueva forma de mirarlo, una perspectiva diferente que le da la visión para manejar el asunto, o quizás haya un cambio en las circunstancias externas.

A medida que esta persona rinde culto, se vuelve más y más devoto, se vuelve capaz de una comprensión profunda de los rituales y las prácticas de sus samskaras tempranos. De la práctica de ponerse ceniza sagrada en su frente y de la sensación que va a través de su sistema nervioso cuando hace eso, comienza a descubrir razones sólidas para hacerlo, razones que con confianza puede contarles a sus hijos. Su culto lo lleva poco a poco hacia nuevos dominios de conciencia.

Otra persona, más refinada y desarrollada, puede haber rendido culto durante exactamente el mismo puja. Este devoto viene a rendir culto a la misma Deidad, pero para él, no es solamente un ser etéreo externo a sí mismo. El lo percibe también como una esencia que invade el universo, una unidad de conciencia pura que fluye a través de toda forma, y él rinde culto a ese Satchidananda en el santuario así como dentro de sí mismo. A medida que las energías del puja alcanzan su "crescendo", él podrá sentir esa pura esencia de conciencia como sí mismo. Luego del puja el va a un rincón del templo, a meditar allí, a disfrutar en la energía kundalini que se despertó en él a través de su culto en el templo hasta que se supo a sí mismo como uno en el vasto mar de luz y energía pura de vida. El vuelve al hogar sintiéndose en paz y en calma, y exactamente uno con todo el mundo y con todas las cosas que aparecieron en su vida. El no tiene conciencia de tiempo y vive enteramente en la intensidad del momento. Cuando él se aplica ceniza sagrada en el templo o en el santuario del hogar antes de sentarse a meditar, las ve como las cenizas de las fuerzas que lo mantienen en conciencia individual – las fuerzas del karma, del ego y del deseo. El se aplica la ceniza de modo que haga tres líneas distintivas en su frente. Son líneas para impresionarse a sí mismo con la necesidad de mantener a esas tres fuerzas dominadas en su vida.

Este hombre vive en sintonía con el culto del Señor Siva y con el darshan que recibe y que se abre dentro de sí mismo como resultado de ese culto. Todo en su vida fluye suavemente y armoniosamente. El está en contacto con la voz divina dentro de sí mismo y él la sigue por su propia voluntad. Su vida es simple. Y se siente a sí mismo completo. Ni inquietándose con el pasado ni preocupándose con el futuro, él vive totalmente en el presente. Su evolución es estable y con gracia. Se hace cada vez más capaz de mantener esos momentos de darshan que siente hasta que lleva ese darshan en forma estable a través de todos los aspectos de su vida. Esa es su única experiencia. El es testigo de lo que sucede a su alrededor – haciendo todo a la perfección pero en forma desapegada. Ve luz dentro de su cabeza cuando medita. Y eso va creciendo hasta que el se da cuenta que la luz es más real que cualquier otra cosa que él pueda considerar. De esa manera continúa su desarrollo. El se vuelve más y más puro, más y más consciente de lo real.

Una tercer persona, viviendo bajo los votos estrictos y la guía de un satguru, habiendo perfeccionado hace mucho tiempo la armonía y la disciplina que le permitieron verse como la Conciencia Pura que existe dentro de todos los seres, se halla inmersa en estados de contemplación ya sea en una caverna en una montaña o frente al santuario del templo. Su meta es encontrar la fuente de esa energía, y la fuente de esa fuente, y la fuente de eso, hasta que realiza Aquello, Parasiva, el Absoluto más allá de toda forma. El se experimenta a sí mismo y a Siva como uno.

Jueves
LECCIÓN 361
De Oruga a Mariposa

Para todos estos devotos, en sus diferentes estadios de evolución espiritual, el Señor Siva es el Dios Supremo. Para el primero, Siva es al Alma Primordial, el Creador, Preservador y Destructor de la existencia. Para el segundo, El es el Alma Primordial y también Pura Conciencia, el substrato de existencia, la energía divina atravesando y animando cada átomo dentro del microcosmos y del macrocosmos. Para el tercero, El es el Alma Primordial y Pura Conciencia manifiestas y el Absoluto no manifiesto, Parasiva, que trasciende la forma misma. Estas tres perspectivas no son exclusivas de cada una, sino que una incluye a la otra así como la flor de loto de la mente se abre a una comprensión cada vez más grande de Dios. Cada una es verdad de acuerdo con dónde se halle el devoto en el sendero.

Este sendero eterno se divide en forma natural en cuatro categorías diferentes. El Bhagavad Gita – el libro tan famoso que todos ustedes conocen de sus estudios en Vedanta y que ha hecho conocer la filosofía Hindú en América – las define como cuatro senderos separados no-consecutivos, llamados karma yoga, bhakti yoga, raja yoga y jnana yoga. En escritura Agámica son definidos en forma un poco diferente y son considerados como cuatro estadios de un sendero progresivo, denominados charya, kriya, yoga y jnana. Estos son todos términos en Sánscrito. De acuerdo a la tradición Agámica, estas cuatro categorías son la secuencia natural del proceso evolutivo del alma, muy parecido al desarrollo de la mariposa a partir del huevo a la larva, de la larva a la oruga, de la oruga a la pupa, y luego la metamorfosis final de pupa a mariposa. Toda mariposa sin excepción seguirá este patrón de desarrollo, y toda alma madurará a través de charya a kriya, de kriya a yoga y a jnana. Charya, o yoga karma, puede ser definido simplemente como servicio. Kriya o bhakti yoga es devoción. Yoga o raja yoga es meditación, y jnana es el estado de sabiduría que se alcanza al final del sendero como resultado de la Realización de Dios y el subsiguiente despertar del kundalini y despliegue de los chakras a través de las prácticas de yoga. El alma no se mueve rápidamente de un estadio a otro. Es un proceso deliberado, y dentro de cada estadio existen vastas bibliotecas de conocimiento que contienen la suma de miles de años de enseñanzas desenmarañando esa particular visión de experiencia.

La evolución del alma a través del estadio de charya o de servicio puede en si misma tomar muchas, muchas vidas. Vemos gentes todos los días que trabajan para servir, para ser más eficientes, más útiles a los otros. Ellos no se hallan necesariamente inclinados hacia la devoción, y sin embargo pueden estar profundamente involucrados con programas humanitarios, ayudando a su prójimo desinteresadamente. Una vida entera puede ser dedicada a charya, y la siguiente vida, y la siguiente. Es un proceso lento, con su propia duración. No todo estadio de experiencia puede ser aceptado de una sola vez.

El sendero del charya comienza evitando las acciones incorrectas, y puede ser asemejado con el primer entrenamiento de un niño en el que se le dice "No hagas esto. Haz esto otro. No te portes de esa manera. Este es el comportamiento adecuado." En las primeras etapas de su vida, el niño aprende lo que es correcto diciéndole qué es lo que no debe hacer. En la vida espiritual también tenemos cosas que evitar y restricciones. Se le aconseja a la persona evitar el comer en exceso, el criticar a los demás, el enojarse, el odiar, el envidiar y el engañar. Esto le da guías que lo estabilizan en el comienzo, controlando la mente instintiva. Estas riendas interiores lo ayudan a saber qué es lo correcto, lo ayudan a controlar su karma, y educan su intelecto estableciendo un cimiento de calma dentro de la mente instintiva, un cimiento sobre el cual el intelecto puede edificar una estructura de conocimiento.

Charya es el estadio de sobreponerse a patrones instintivos y aprender a trabajar por el simple trabajar más que por los frutos del trabajo. Es la simple satisfacción de la acción correcta y el primer paso en el sendero espiritual en nuestra religión. Nuestros deberes con nuestros padres, con nuestra comunidad, con la esposa y los hijos, con el templo de la ciudad o de la aldea – todo debe llevarse a cabo para que el charya sea perfeccionado. Uno va al templo en este estadio del desarrollo porque eso se espera de él. La persona va allí no para practicar yoga, no para desarrollar una relación personal con la Deidad, sino porque se espera que lo haga. Es su deber. Su mente instintiva en este estadio de su evolución es tan fuerte, que debe ser gobernada firmemente a través de leyes externas, de fuerzas externas. La persona ya sea obedece o sufre las consecuencias de su desobediencia. Es el temor por las consecuencias lo que lo motiva, más que ninguna otra cosa. Ciertamente, puede sentirse culpable o temeroso cuando se acerca al templo, pues está conciente de sus transgresiones y omisiones. Pero poco a poco gana confianza y comprensión. Su conciencia empieza a tomar el lugar de las sanciones externas y gradualmente se vuelve su guía. Mientras que antes nunca se sintió culpable ni siquiera en las peores transgresiones, ahora comienza a sentir remordimiento por sus malas acciones. Las tendencias hacia el egoísmo van aflojando su dominio sobre el devoto a medida que lucha por volverse el perfecto servidor de Dios y de la humanidad.

Viernes
LECCIÓN 362
Servicio, Culto y Comprensión

El patrón secuencial de evolución es experimentado por cada individuo en un sentido microcósmico en cada vida. Aún si han sido experimentadas en una vida previa, las lecciones contenidas en cada estadio son, en cierto sentido, vueltas a aprender en la infancia. Si las hemos aprendido previamente, entonces serán rápidamente dominadas con maestría. Pero si no hemos aprendido esas lecciones en otra vida, atraemos hacia nosotros en esta vida las experiencias que nos son necesarias. Este conocimiento es una herencia que viene con el cuerpo físico. En otras palabras, las experiencias de otras vidas afectan los patrones de experiencia en esta vida. Con conocimiento básico heredado, el alma desarrolla una mente intelectual a través de la gracia de su propio karma personal y su propio destino, siempre que su mente intelectual esté de acuerdo y en armonía con los preceptos de su religión. Si no, él tiene problemas. Esos problemas pueden ser sobrellevados, pero son problemas mientras están siendo sobrellevados. Si sus creencias no están en armonía con su religión, ese conflicto puede detener y congestionar su avance natural y deben ser resueltos antes de que pueda pasar al segundo estadio.

En el estadio de charya, similar al yoga karma, el devoto despierta naturalmente un deseo de trabajar por el solo hecho de trabajar, de servir por el solo hecho de servir. Hace esto en su vida diaria y ayudando en el templo en forma práctica – barriendo los pisos de mármol, puliendo las lámparas de bronce, entretejiendo guirnaldas fragantes para los pujas, ayudando a otros devotos en sus vidas, y en general a través de una clase de servicio humilde y que no se nota. Este servicio humilde es en sí mismo un medio para romper la congestión estancada de creencias erróneas. El culto en el estadio de charya es completamente externo, y sin embargo tiene total significado para el devoto. En charya, el devoto mira con sus ojos físicos a una imagen de piedra en el santuario del templo, y para él el darshan de la Deidad es la visión física de la imagen de piedra de Dios.

A medida que el devoto se desarrolla en el nuevo estadio, de kriya o de yoga bhakti, él querrá rendir culto y servir en el templo en forma más interiorizada. El querrá saber por qué una imagen de piedra es una imagen de piedra, por qué las imágenes de piedra son necesarias. Comenzará a pensar acerca del propósito del culto, del sentido del culto, de la experiencia del culto. Se preguntará a sí mismo acerca de las costumbres antiguas y del protocolo y de por qué esas costumbres son seguidas en su comunidad. Ahondará en las escrituras, leyendo y estudiando acerca de su religión. El cantar himnos sagrados, el pronunciar los nombres del Señor y el llevar a cabo japa se volverán una parte importante de su devoción, que es en parte interna y en parte externa. La devoción surgirá de los recovecos de su alma a medida que se purifica a sí mismo. Su corazón se comenzará a abrir a medida que evoluciona hacia fuera de la mente instintiva y hacia un intelecto espiritualizado, un intelecto que se desarrolla desde el interior de sí mismo. Su mente instintiva está siendo dominada, y su naturaleza intelectual está emergiendo a medida que comprende totalmente las leyes del karma. A medida que su intelecto controla la mente instintiva, comprende por primera vez la causa y efecto, la acción y la reacción de sus actividades físicas y mentales.

El kriya florece en su plenitud cuando en el corazón surge un deseo, un fuerte deseo de conocer y experimentar a Dios, de penetrar en los dominios de la conciencia y de la realidad, más allá del plano físico que le revelan sus sentidos burdos. El expresa este deseo a través del culto continuo en el ambiente muy especial del templo Hindú o de su altar del hogar. El rinde culto al aspecto personal de Dios, y su actitud no es más una de temor, del sirviente al maestro, como lo es en charya. En kriya mira a Dios como el obediente hijo al padre. El percibe que Dios es su Señor personal, preocupado por el bienestar de la humanidad, y se acerca a Dios en una forma humana, personal. Quiere servir a Dios no porque teme las consecuencias de ser infiel, sino porque quiere estar en armonía con una realidad más elevada que él reverencia, quiere estar sintonizado con el darshan de la Deidad.

Sábado
LECCIÓN 363
La floración de la Devoción

Para aquellos en kriya, darshan no es sólo el ver la imagen de piedra en el templo. Es también una comunión interna, es el recibir las bendiciones y los mensajes y los rayos de los seres del los Mundos Segundo y Tercero, que son realmente entidades concientes y cuyas conciencias se canalizan a través de la imagen sagrada con prácticas esotéricas del templo. Esta es una percepción más profunda del darshan de la Deidad. Otras formas de expresión religiosas surgen naturalmente en el devoto en este estadio del desarrollo, tales como asistir a pujas regularmente, recitación, llevar a cabo peregrinajes a templos y a lugares sagrados, y el estudio de las escrituras.

A mitad de camino en este estadio del desarrollo del alma, el devoto puede experimentar psíquicamente un aspecto de Dios al que ha estado rindiendo culto en el templo. Puede ver a la Deidad en un sueño o tener una visión de ella durante un momento de quietud mientras está sentado con sus ojos cerrados luego de un puja. Luego de esta experiencia, él centra su vida completamente alrededor de Dios y aprende a conectarse psíquicamente a su darshan, Su voluntad. Una vez que él comprende completamente su religión, si posee suficientes medios puede expresar su deseo de servir a través de la construcción de un templo, o participando en ese proyecto. Esta es en verdad la grandiosa culminación de kriya. Es a través de los devotos en el estadio de desarrollo del alma de kriya, o yoga bhakti, que tenemos hoy día magníficos templos Hindúes alrededor del mundo, construidos por gentes que han actuado bien, que han controlado sus pensamientos y sus acciones, que han comprendido las leyes del karma y las penalidades de la acción equivocada. Ellos han evitado el actuar errado no por temor, sino porque han evolucionado hacia el llevar a cabo la acción correcta. Habiéndose liberado a sí mismos de la densa neblina de la mente instintiva, pueden ahora construir templos de gran belleza, que reflejan las bellezas que han descubierto dentro de sí mismos en su comunicación personal con Dios, que para ellos no es un imponente maestro que puede castigar y disciplinar, sino un padre amoroso.

A medida de que madura en kriya, el devoto desarrolla un amor a Dios más y más intenso al punto de que puede derramar lágrimas de alegría durante momentos intensos del culto. Cuando ese amor se hace constante día a día, cuando es suficientemente fuerte para ser capaz de rendir su voluntad individual a la voluntad Cósmica de Dios, entonces el yoga kriya o bhakti ha alcanzado su cenit. Esta rendición de su propia voluntad es un proceso lento a medida que desenmaraña las últimas hebras de voluntad externa de la mente instintiva. Su voluntad nació de conceptos intelectuales y él también libera estos conceptos en Dios, sintiendo en su ser más interno que conoce un poco de los grandes misterios de la existencia, una afirmación que no podía hacer antes. El se da cuenta que recibe su inspiración, su energía, su misma vida, de Dios.

En este estadio de kriya, el devoto aprende a tener paciencia. Aprende a esperar el momento apropiado de las cosas en la vida. El no tiene apuro. Está dispuesto a esperar por otra vida o por muchas más. No hay urgencia. Se asienta, y su vida se equilibra. Observa que está en un proceso evolutivo junto con miles y millones de otras personas. Acepta a otros devotos con renovado amor y aprecio. Organiza su vida de tal manera que el templo sea el eje de su cultura, de su actividad y observancia religiosa, de su mismo pensamiento. Desde su templo o desde el altar de hogar, sale a pasar los días en el mundo, y regresa del mundo al templo o al altar del hogar. Su vida va y viene desde ese sagrado lugar.

En los estadios de charya y kriya, las impurezas profundamente arraigadas de la mente son limpiadas, a medida que karmas pasados son resueltos y se sienta un cimiento para el tercer estadio en el sendero divino, el del yoga. Yoga es una ciencia muy evolucionada. No puede ser mantenido excepto por aquellas almas que se han desarrollado en la totalidad de charya y kriya y que mantienen las cualidades de servicio y devoción a medida que se busca la meditación. El devoto que ha servido bien a Dios, ahora se embarca en encontrar la unión con Dios en el santuario interior. El se mantiene envuelto en el darshan del Señor personal que cultivó cuidadosamente durante su charya y kriya, y sobre el poder de ese darshan, él es dirigido hacia dentro por la Misma Alma Primordial hacia estados sutiles de conciencia y hacia la quietud de la meditación.

Domingo
LECCIÓN 364
La Travesía Denominada Yoga

Para el yogui que medita, el darshan es más que la comunicación irradiando desde un Dios externo o Mahadeva. Es una luz radiante que brilla desde el santuario de su propio chakra sahasrara. El culto para él se vuelve completamente interno a medida que sigue a esa luz, ese darshan buscando conocer su fuente. En yoga el devoto rinde culto al aspecto trascendente de Dios. El fortalece su cuerpo y su sistema nervioso. Disciplina las energías del cuerpo y de la mente. Aprende a regular su respiración y a controlar los pranas que fluyen como fuerza de vida a través de su sistema nervioso. En este proceso, el kundalini sakti es elevado y los chakras de múltiples pétalos se abren en todo su esplendor. Los dominios sutiles dentro del devoto se van revelando capa tras capa a medida que perfecciona metódicamente la atención, la meditación y la contemplación.

El Señor Siva lleva ahora al fervoroso devoto a encontrar a su satguru, quien lo guiará a través de las disciplinas tradicionales de yoga en su travesía interna. Es su guru, su preceptor espiritual, el que cuida que no caiga en los abismos y las trampas psíquicas a lo largo del sendero.

En este estadio de yoga, el devoto ve a Dios como un amigo, un compañero. Lucha con una diligencia y una energía que nunca imaginó que poseyera, con una dedicación que en algún momento pensó imposible y a medida que lucha, su fuerza de voluntad se despierta. Finalmente, un día, en su primer samadhi, él penetra a la escencia del ser. En esta experiencia final, que se mantiene por siempre más allá de descripción, él ha alcanzado la unión que es el yoga.

A la vuelta de este estado de satisfacción inefable, el devoto trae a su vida una nueva comprensión, una nueva perspectiva. EL no es nunca más el mismo luego de esa experiencia. Él no puede más mirar a la vida de la misma manera. Cada vez que entra en esa Realización de Dios, ese samadhi, él regresa a la conciencia más y más siendo el conocedor. Su conocimiento madura a través de los años a medida que su yoga sadhana es regulado, y a medida que madura, él entra imperceptiblemente en el cuarto y final estadio del desarrollo, jnana.

Uno no se vuelve un jnani simplemente leyendo filosofía. Esa es una idea errónea. Muchas personas creen que uno puede desarrollarse espiritualmente o evolucionar a ser un jnani leyendo libros, comprendiendo el desarrollo de otros o efectuando las meditaciones que el otro hizo. Comprender la sabiduría de otras personas no nos hace sabios a nosotros. Cada uno debe experimentar la totalidad del sendero a la iluminación por uno mismo.

El jnani se convierte en el que postula aquello que él ha realizado por sí mismo como las conclusiones finales para toda la humanidad. Sus postulados están repletos de seguridad, ya que él ha experimentado aquello de lo cual hablan los Vedas, los Agamas y los Upanishads. El ha despertado el poder y la fuerza de la propia realización. El sabe. El se ha vuelto la encarnación de ese conocimiento, de la Verdad que una vez buscó como algo distinto de sí mismo. El encuentra en las escrituras la confirmación de su propia realización hecha eco en los versos que los rishis escribieron en los albores de la historia de la humanidad. Esta alma madura ve reflejado en los escritos el mismo estado de unión completa con lo Divino, que él mismo conoce como el Absoluto sin tiempo, sin forma y sin espacio al cual rindió culto simbólicamente como una imagen de piedra en vidas previas como errante dentro de la mente instintiva, o que evitaba o resentía porque el templo para él representaba una imponente y temible amenaza a sus impurezas.

El ha quitado los velos de la ignorancia, ha quitado los obstáculos de la comprensión. El ha llegado a su verdadero ser, la unión con Dios, la unión con Siva, y en este sereno estado ve a Dios como su adorado, como Aquello que es más querido para él que la vida misma, al tiempo que es consumido por ese amor que todo lo abarca. Para él ya no existe más ni una vida o una conciencia interna y otra externa, ya que ellas se han fundido y unido en un continuo simple. El es Aquello, y para él es claro que todo es Aquello. Sin saberlo, se ha vuelto el templo de su religión, capaz de impartir conocimiento simplemente por el poder de su presencia silenciosa. El se ha vuelto la fuente de luz y de darshan que irradia a través de nadis y de pranas de su ser. Esta gran alma es hallada ensimismada barriendo el piso del templo, puliendo las lámparas de bronce, tejiendo guirnaldas de flores, explicando smitri, y siendo el humilde Sivanadiyar, esclavo de los siervos del Señor, a medida que vive las últimas hebras de karma de la última encarnación.

Las conclusiones finales de la tradición religiosa más antigua del mundo, el Sanatana Dharma, son que la humanidad se halla en un sendero espiritual tan antiguo como el tiempo mismo, que esta travesía progresa de nacimiento en nacimiento a medida que el alma evoluciona de la perfección de charya hacia la perfección de kriya y de allí a la perfección de yoga, emergiendo como un jnani. Este es el sendero seguido por todas las almas. Cualquiera sea la religión que ellos abracen, sea lo que sea lo que creen o lo que rechazan, toda la humanidad se halla en el camino de la Verdad. Este comienza con el dvaita de charya y termina con el advaita de jnana – el advaita postulado en Vedanta y en Suddha Siddhanta de Saiva Siddhanta.

Lunes
LECCIÓN 365
Preguntas Eternas

Muchas personas piensan que la realización del Parasiva intemporal, sin forma y sin espacio, nirvikalpa samadhi, es el más dichoso de los estados de dicha, la apertura del paraíso, el descenso de los Dioses, como un momento de felicidad suprema, sublime. Pero yo he encontrado que es más como un vidrio cortante, un darshan como polvo de diamante, una cirugía psíquica, para nada una experiencia de dicha, sino como una experiencia similar a la muerte resultante en transformación total. La dicha de la que se habla a menudo como logro final, es en realidad otro logro, Satchidananda, una consecuencia de nirvikalpa samadhi, y al mismo tiempo una causa. Esto significa que Satchidananda, savikalpa samadhi, puede ser obtenido en forma más temprana por almas de corazón puro. También significa que uno no necesita medir el logro máximo en base a dicha, la cual es trascendida.

En mi experiencia, el chakra anahata es el lugar de descanso de la complacencia dinámica, de la percepción pensante y de la quietud. Aquellos de naturaleza más baja, llegando al brotar de este chakra, son liberados de emociones turbulentas, de pensamientos conflictivos y de perturbaciones. Esto para muchos es el final del sendero, la obtención de paz o santi. Una vez que uno obtiene santi de la forma descripta, en mi experiencia, esto marca el comienzo del sendero, o la segunda parte, el segundo nivel. Es a partir de aquí que tienen lugar las prácticas de yoga raja, una vez que el santi es obtenido. En el chakra anahata y en el chakra visuddha, Satchidananda, el ser de unidad omnipresente, el ser subyacente del universo, es obtenido, experimentado.

Pero a menos que uno se adhiera absolutamente a brahmacharya, castidad, la experiencia no se mantiene. Es aquí donde relaciones entre hombres y mujeres juegan un rol importante, ya que en su unión tiene lugar una unidad temporaria, seguida de una más permanente dualidad y de distracciones que se acumulan continuamente, y a veces hasta con dificultades sin solución. Aquellos que practican tantras sexuales, buscando la Realización del Ser a través de éste camino, estarán de acuerdo con esta sabiduría.

¿Trae la Realización del Ser dicha a quien lo ha realizado? La Realización del Ser se produce en varios estadios. Realizarse uno mismo como alma – en vez de cómo mente, un tipo emocional o intelectual o persona sin valor – da satisfacción, seguridad, y este es el punto de partida. La Realización del Ser como Satchidananda da satisfacción, una liberación de todas las emociones y pensamientos del mundo externo, y el sistema nervioso responde a las energías que fluyen a través de los chakras visuddha y anahata. La Realización del Ser que trasciende el tiempo, la forma y el espacio, Parasiva, es una experiencia de filo de navaja, cortando todas las ataduras, dando marcha atrás a la toma de conciencia individual, como ser el ver hacia fuera de Ser en vez de hacia adentro al Ser.

Existen muchos beneficios luego de esta experiencia de transformación, si esta se repite muchas veces. Una o dos experiencias hacen a la persona un renunciante y hacen al mundo renunciar al renunciante, pero entonces, si no hay un esfuerzo continuo, esquemas previos de emoción, intelecto, falta de disciplina que inhiben la experiencia repetida de Parasiva, producirán lo que se llamaría un nómada desorientado. Por lo tanto, experiencias repetidas de Parasiva que destruye el ego, de todos los estados de conciencia, intelectual, instintivo, y aún en sueños, impregna la transformación a través de átomos y moléculas incluso en el cuerpo físico. Es entonces cuando la dicha de Satchidananda puede ser disfrutada – y diría también que simultáneamente, Satchidananda y el áspero, implacable, intemporal, sin forma y sin espacio Parasiva se une en forma no-fusionante, como ser luz y oscuridad en la misma habitación. Esto es diferente del concepto de sayujya samadhi, que es el mantener la dicha perpetua dentro de los chakras cuarto y quinto, estimulando el sexto y el séptimo. Para que esto sea obtenido, se requiere una cierto aislamiento de los asuntos mundanos y de influencias que distraen, para prevenir volver a despertar deseos previos no satisfechos, tendencias reprimidas o conflictos subconscientes no resueltos.

Alguien me preguntó, "Si la realización en sí misma no es dichosa, entonces, ¿qué es lo que propulsa al alma que ha llegado a la dicha a luchar por realizaciones mayores?" Todos estamos yendo hacia delante hacia nuestra meta final de unirnos a Siva. La dicha aquieta los sentidos. Es el estado natural de la mente cuando no se halla perturbada por deseos previos que no se satisficieron, deseos que aún deben ser satisfechos y deseos que se sabe que no se satisfarán. En tanto que los chakras visuddha y anahata roten a velocidad máxima, los sentidos serán aquietados, pocos pensamientos pasarán a través de la mente en forma espontánea, y la comprensión de los Vedas y todos los aspectos de conocimiento esotérico podrán ser explicados por el preceptor. Muchos prefieren quedarse aquí, como alguien que puede explicar lo inexplicable, y no seguir adelante. Profundamente en los chakras sexto, séptimo, octavo, noveno, décimo y décimo-primero, en el más allá del más allá, en el nivel cuántico, el meollo del universo mismo, existe un punto en el que los poderes de la evolución lo mueven a uno hacia delante, y entonces incluso estas personas sin deseo, desearán el mayor de los desarrollos, una vez que han averiguado que éste existe allí para ser buscado.

Realizar a Parasiva es unirse a Siva, pero no es el final de la unión. En este momento en el tiempo, existen aún los adornos del cuerpo, mente y emociones que reclaman la toma de conciencia en sus conciencias. Al final, cuando todos los cuerpos – físico, astral, mental incluso el cuerpo del alma – usaron su tiempo, que como todas las formas se gastan con el tiempo, atadas al tiempo, existiendo en el tiempo, como realidades relativas, entonces tiene lugar visvagrasa, la unión final con Siva, al desvanecerse el cuerpo físico, al desvanecerse el cuerpo astral, al desvanecerse el cuerpo mental, el alma – un ser centellante y radiante de cuantos de luz – se une con su fuente. Así como cuando una gota de agua se une al océano, nunca puede ser recuperada, solo queda Siva. Aum Namah Sivaya.

PARTE 3, CAPIÁTULO 52, VERSOS VÉDICOS

Contempla el universo en la gloria de Dios, y a todo lo que vive y se mueve en la Tierra. Dejando lo transciente, encuentra regoijo en lo Eterno. No pongas tu corazón en la posesión de otro.

Sukla Yajur Veda, Isa Upanishad 1. upm, p.49

De acuerdo con lo que uno hace, eso se vuelve. Uno se vuelve virtuoso por acción virtuosa, malo por acción mala.

Sukla Yajur Veda, Brihadaranyaka Upanishad 4.4.5. uph, p. 140

Ida es el Ganga del mundo bao, pingala el río Yamuna, y entre ida y pingala está sushumna, el sutil río Sarasvati. Se dice que el bañarse en la confluencia de los tres ríos conduce al Gran Resultado.

Sukla Yajur Veda, Trishikhi Brahmana 316-317, ym, p.126

Cuando el cuerpo está en quietud silenciosa, respira ritmicamente a través de la nariz con flujo y reflujo apacible de la respiracián. El carruaje de la mente es tirado por caballos salvajes, y esos caballos deben ser amansados. Encuentra un lgar tranquilo para la práctica del yoga, protegido del viento, nivelado y limpio, sin basura, sin fuegos que arden lentamente y sin fealdad, y donde el sonido de las aguas y la belleza del lugar ayuden al pensamiento y a la contemplación.

Krishna Yajur Veda, Svetasvatara Upanishad 2.9-10. Uupm, p. 88

Oh Divino luminoso, remueve el velo de ignorancia que tengo delante, para que pueda contemplar tu luz. Revelame el espíritu de las escrituras. QUe la verdad de las escrituras estén siempre presentes para me. Que día y noche busque realizar lo que aprendí de los sabios.

Rig Veda, Aitareya Upanishad, Invocation. uph, p. 95

El deseo por el conocimiento verdadero emerge en una persona que está libre de ataduras y que posee facultad de discriminación. Con una perspectiva de elevar esa alma conciente del océano de vida mundana, el Señor Siva se le une (con sentido de anhelo). La persona unida de esta manera es dirigida por Dios hacia un acharya.

Matanga Paramesvara Agama 50-51

ondúceme de la irrealidad a la realidad. Condúceme de la oscuridad a la luz. Condúceme de la muerte a la inmortalidad.

Sukla Yajur Veda, Brihadaranyaka Upanishad, 1.3.28. ve, p. 599

Así como aquel que no sabe que un tesoro dorado yace enterrado bajo sus pies. puede caminar sobre él una y otra vez y nunca encontrarlo, así todos los seres viven cada momento en la ciudad de Brahman y sin embargo no Lo encuentran, dbido al velo de ilusión por el cual es ocultado.

Sama Veda, Chandogya Upanishad 8.3.2. upp, p. 121

Este atman no se obtiene por instrucción o por inteligencia o por aprendizaje. El atman es obtenido por aquel que es elejido. Para él el atman le revela su propio ser. Aquel que no ha renunciado a la maldad, que no tiene paz, que no se concentra, cuya mente no descansa, no puede realizar el atman, que es conocido por sabiduría.

Krishna Yajur Veda, Katha Upanishad 1.2.24-25. ve, p. 710

Ciualquiera sea el mundo que la persona de mente pusificada desea, cualquiera sa el deseo que quiera reaizar, todo esto obtendrá. Por lo tanto, deja que quienquiera sea deseoso de prosperidad, rinda culto a la persona de Realización del Ser.

Atharva Veda, Mundaka Upanishad 3.1.10, eh p. 178

El fijar el pensamiento con atención dirigida solamente al objeto logrado a través de oído y reflexión, es meditación. Con el pensamiento absorto sólo en el objeto sobre el que se medita, abandonando la distinción del meditador y del acto de meditación, asemejando una lámpara en un lugar sin viento, uno obtiene la iluminación más elevada. En ese estado, cuando los funcionamientos dirigido hacia el conocimiento del Ser despiertan (las intuiciones del Ser) no son conocidos sino sólo inferidos por la memoria. A través de esto los inumerable karmas previos acumulados durante eso ciclos de nacimientos y muertes sin comienzo, obtienen su disolución. Por eso, a través del poder de la práctica, una corriente de nectar llueve siempre de miles de direcciones. Por consiguiente, los adeptos yoga llaman a esta iluminación más elevada la nube de la virtud. Cuando las redes de disposiciones (buenas y malas) son disueltas sin ningún residuo, cuando la acciones acumuladas, virtuoas y viciosas, son completamente destruídas hasta las mismas raíces, igual en el pasado y en el futuro, resultando en la remoción de todos los impedimentos, trayendo la percepción inmediata (de Brahman) como la del fruto amalaka en la pala de una mano. Entonces, (el conocedir de Brahman) se vuelve liberado en vida.

Paingala Upanishad 3.3. upr, p. 916