Uniéndose a Siva

image

Mahadevanam Prema

image

El Amor de los Dioses

Mi Dios es el que funde mi corazón de amor. Deja que todos adoren a mi Dios, el Señor de amor primordial, el primero de los seres, mi Siva, quien una y otra vez funde mi corazón. Si pudiera El darme Su amor en grandes cantidades. Alábalo tan sólo una vez, a El, Puro y Santo, y será tu escolta al cielo. El, el Señor Siva, engalanado con dulces capullos de konray, se halla entronizado en mi amor, firme y libre.

Tirumantiram 274-275

image


El artista nos sitúa de manera creativa detrás de Siva Nataraja para que podamos ver la adoración en el rostro de un hombre y una mujer adorar a su amado Señor. Han terminado su puja de la mañana, envuelto una guirnalda de flores alrededor de los hombros del bronce Murti y dibujado un kolam simple con ceniza sagrada.

 

Lunes
LECCIÓN 127
La Naturaleza de la Devoción

La devoción en Hinduismo, es conocida como bhakti. Es un mundo entero de conocimiento y práctica en sí mismo, que va desde el casi infantil maravillarse por lo desconocido y misterioso, hasta la profunda reverencia que viene con la comprensión de la conexión esotérica de los tres mundos. El Hinduismo ve a la existencia compuesta de tres mundos. El Primer Mundo es el universo físico, el Segundo Mundo es el plano de existencia astral sutil o mental en el cual viven los devas, o ángeles, y los espíritus, y el Tercer Mundo es la esfera espiritual de los Mahadevas, las Divinidades y los Dioses. El Hinduismo es el trabajo armonioso en unión de estos tres mundos. La religión florece para el Hindú cuando él despierta a la existencia de los Mundos Segundo y Tercero. Estos mundos interiores inspiran en forma natural en la persona, respuestas de amor, de devoción y hasta de sobrecogimiento. Ellos son así de maravillosos.

La devoción en Hinduismo, ocurre en muchos niveles, y en diferentes ciclos temporales en la evolución del alma. Todas las formas de devoción son igualmente válidas, y ninguna se clama a sí misma como la única forma apropiada de culto. Existe devoción a las Deidades tribales, a las escrituras, a los santos y al satguru. Pero la más predominante expresión de culto para el Hindú viene como la devoción a Dios y a los Dioses. Sin embargo, todos los Hindúes creen en un Ser Supremo que domina todo el universo.

Los muchos Dioses son percibidos como creaciones divinas de ese único Ser. Estos Dioses o Mahadevas son seres reales, capaces de pensamiento, y sentimiento más allá del limitado pensamiento y sentimiento de una persona encarnada. Así es que el Hinduismo tiene un Dios, pero tiene muchos Dioses. Existen solo unos pocos de estos Dioses para los cuales se construyen templos y conducen pujas. Ganesa, Siva, Subramaniam, Vishnu y Sakti son las Deidades más prominentes en el Hinduismo contemporáneo. Por supuesto hay muchas otras para las cuales ciertos ritos o mantras se efectúan en ceremonias diarias, a menudo en el santuario del hogar. Estas incluyen a Brahma, Surya, Sarasvati, Lakshmi, Agni, Chandra, Ayyappan, Hanuman, Mariyamman y otras.

El Hindú, adopta tradicionalmente una Ishta Devata. Esta es una Deidad personal elegida entre los muchos Dioses del Hinduismo, a menudo de acuerdo con los antecedentes familiares del devoto o el sentimiento de proximidad hacia una de las formas divinas de manifestación. Es característica única y del amplio contenido del Hinduismo, que un devoto se encuentre venerando a Ganesa, mientras su amigo venera a Subramaniam o a Vishnu, y sin embargo ambos respetan la elección del otro y no siente ningún tipo de conflicto. La comprensión profunda y la aceptación universal son únicas del Hinduismo y se reflejan en esta facultad de acomodar diferentes formas de acceder al Divino, permitiendo distintos nombres y formas de Dios a ser veneradas uno al lado del otro, dentro de las paredes del mismo templo. También puede suceder que uno adopte una Deidad personal diferente a través de los años de acuerdo con el desarrollo espiritual de uno y de acuerdo a las necesidades internas.

Martes
LECCIÓN 128
Los Dioses son Realidades Vivientes

La religión Hindú nos da el don de tolerancia que permite diferentes estadios de culto, expresiones de devoción personales y diferentes, e incluso diferentes Dioses para guiar nuestra vida en la Tierra. Y sin embargo es una religión única bajo una jerarquía divina singular que busca la acción armónica al unísono de los tres mundos. Estos seres inteligentes han evolucionado a través de períodos incalculables de tiempo y son capaces de ayudar a la humanidad sin necesitar vivir en un cuerpo físico. Estos grandes Mahadevas, con su multitud de angélicos devas, viven y trabajan constantemente y sin descanso, por las personas de nuestra religión, protegiéndolos y guiándolos, abriendo nuevas puertas y cerrando las que no se usan. Los Dioses venerados por los Hindúes, habitan en el Tercer Mundo, ayudados por los devas que habitan en el Segundo Mundo.

Es en el templo Hindú, donde los tres mundos se conectan y donde los devotos invocan a los Dioses de nuestra religión. El templo se construye como un palacio en el cual los Dioses residen. Es el hogar visible de los Dioses, un lugar sagrado a diferencia de cualquier otro lugar de la Tierra. El Hindú se debe asociar con estos Dioses de una manera muy sensible, cuando se acerca al templo.

A pesar que el devoto muy rara vez tiene una visión síquica de la Deidad, se da cuenta de la presencia divina de Dios. Se da cuenta a través de sentimiento, a través de sentir la presencia divina en el templo. A medida que se acerca al sanctum sanctorum, el Hindú sabe totalmente que un ser inteligente, más grandioso y más evolucionado que él, está allí. Este Dios está atento al devoto, protegiéndolo, conociendo totalmente sus pensamientos más internos, totalmente capaz de afrontar cualquier situación que el devoto pueda mentalmente llevar a Sus santos pies. Es importante que nos acerquemos a la Deidad de esta manera – concientes y confiados de que nuestras necesidades son conocidas en los mundos espirituales interiores.

La representación física del Dios, ya sea una imagen de piedra o de metal, un yantra u otra forma sagrada, simplemente marca el lugar en el cual el Dios se manifestará o sobre el cual estará suspendido en Su cuerpo etéreo. Esto se puede imaginar como una antena que recibe los rayos divinos de Dios o como el cuerpo material en el cual o a través del cual el Dios se manifiesta en este Primer Mundo. El ser humano toma un cuerpo y luego otro en su progreso a través de los ciclos de nacimientos y muertes y vueltas a nacer. Similarmente, los Dioses en sus cuerpos sutiles, habitan, por períodos cortos o extendidos de tiempo, estas imágenes del templo. Cuando llevamos a cabo puja, un ritual religioso, estamos atrayendo la atención de los devas y Mahadevas de los mundos internos. Ese es el propósito del puja; es una forma de comunicación. Para aumentar esta comunicación, establecemos un altar en el templo y en el hogar. Este se vuelve magnetizado o cargado a través de nuestros pensamientos y sentimientos de devoción, e irradian hacia fuera y afectan al ambiente que los rodea.

Miércoles
LECCIÓN 129
Comunicándonos Íntimamente con los Dioses

Cánticos y satsanga y ceremonias rituales, todos contribuyen a este proceso de santificación, creando una atmósfera a la cual los Dioses son atraídos, y en la cual se pueden manifestar. Con la palabra manifestar quiero significar realmente vivir y habitar allí, pueden quedarse por períodos de tiempo, siempre que la vibración se mantenga pura y sin perturbaciones. El altar adquiere un cierto poder. En nuestra religión existen altares en templos alrededor del mundo que son habitados por devas y por los grandes Dioses. Cuando tú entras a estos lugares sagrados, puedes sentir esa santidad. Tú puedes sentir la presencia de estos seres divinos, y esta radiación que emana de ellos es conocida como darshan. La realidad de los Mahadevas y de su darshan puede ser experimentada por el devoto a través de su visión ajna desarrollada, o más frecuentemente como la visión física de la imagen en el sanctum, acoplada con el conocimiento interno de que El está allí, dentro del microcosmos. Este darshan puede ser sentido por todos los devotos, haciéndose más fuerte y más definido a medida que la devoción es perfeccionada. A través del darshan, mensajes pueden ser canalizados a lo largo de emanaciones vibratorias que irradian los Mahadevas, al igual que de sus representantes, los devas del Segundo Mundo que trabajan para ellos en santuarios y altares.

Para comprender darshan, considera la diaria y sin embargo sutil comunicación del lenguaje. Tú escuchas los tonos de mi voz a través de un órgano de tus sentidos, tu oído. Significados vienen a tu mente, ya que tú has sido entrenado para traducir estas vibraciones en significados a través del conocimiento del lenguaje que estoy hablando. El darshan es también una vibración. Es experimentado inicialmente en la simple mirada a la forma de la Deidad en el sanctum. Posteriormente, la visión física da lugar a la visión clarividente o a un conocimiento refinado que es recibido a través de los ganglios de sensibilidad de tu sistema nervioso, los chakras. A través de estos receptores, se recibe un mensaje sutil, a menudo no conciente. Quizás no inmediatamente, pero el mensaje que el darshan porta, directo desde el Mahadeva – Directamente del Señor Ganesha, directamente del Señor Muruga, directamente del mismo Señor Siva – se manifiesta en nuestra vida. Esta es la forma en que los Dioses conversan. Es una comunicación más real que la comunicación del lenguaje que tú experimentas cada día. No es necesario comprender la comunicación inmediatamente. El devoto puede retirarse del templo sintiendo que no hubo mensaje en particular, o sin saber en su mente intelectual exactamente lo que el darshan quiso significar. Aún estas palabras que tú estás leyendo pueden no ser completamente comprendidas por días, semanas o hasta meses. La profundidad del significado se manifestará a si misma en la reflexión.

El visitar un templo Hindú, recibir el darshan de los majestuosos Dioses de nuestra religión, puede cambiar completamente la vida de un fiel. Modifica el flujo de pranas, o corrientes de vida, dentro del cuerpo. Lleva la toma de conciencia a los chakras de más profundidad. Regula las creencias y las actitudes que son la consecuencia natural de esas creencias. Pero el cambio es lento. La persona vive con la experiencia por meses y meses luego de la visita al templo. Comienza a conocer y a amar a la Deidad. La Deidad comienza a conocer y amar a la persona, ayudando y guiando la totalidad de sus pautas evolutivas. El darshan proveniente de los grandes templos de nuestros Dioses puede cambiar las pautas del karma que se remonta a muchas vidas pasadas, despejando y aclarando condiciones que fueron creadas hace cientos de años y que son semillas ahora, esperando ser manifestadas en el futuro. Por la gracia de los Dioses esas semillas pueden ser eliminadas, si su manifestación en el futuro no mejoraría la evolución del alma.

Jueves
LECCIÓN 130
El Significado del Culto a los Iconos

Los templos Hindúes son nuevos en este extremo del planeta y el conocimiento de su naturaleza muy especial y completamente esotérica, es desconocido en Occidente. Uno de los primeros malentendidos que surge en el Occidente es la función y el propósito de la "imagen tallada." La tradición Judeo-Cristiana amonesta firmemente la veneración de imágenes talladas – sin embargo, por supuesto, en Catolicismo, santos e imágenes, y entre los Ortodoxos las pinturas, son veneradas con gran reverencia. El Hindú no venera ídolos o imágenes talladas. El venera a Dios y a las grandes divinidades Mahadevas. La imagen es sólo eso, un icono o representación o canal de una Deidad de un plano interno que habita en la estatua o que se halla suspendida sobre ella. La imagen física no es necesaria para que este proceso tenga lugar. El Dios llevará a cabo Su trabajo en el templo sin esa imagen, y en efecto, existen templos Hindúes que no poseen imágenes en el sanctum sino un yantra o diagrama simbólico o místico. Existen otros templos Hindúes que tienen sólo una pequeña piedra o cristal, una marca para representar al Dios venerado allí. Sin embargo, la vista de la imagen aumenta la veneración del devoto permitiendo a la mente enfocarse en las sagradas ligaduras entre los tres mundos, permitiendo al sistema nervioso abrirse al darshan.

La visión es muy poderosa. La visión es la primera conexión con la Deidad. La vista del icono en el sanctum estimula y aumenta el flujo de energías elevadoras o pranas, en el cuerpo y en la mente. Cada Deidad lleva a cabo ciertas funciones, está encargada, por decir así, de ciertos dominios de la mente externa e interna. Sabiendo qué Deidad es venerada, viendo la imagen de la Deidad allí, manifiesta en el ojo de la mente una imagen semejante y prepara el camino para una devoción más profunda.

En un templo Hindú hay a menudo una multiplicidad de procesos y ceremonias simultáneos. En un rincón, una familia numerosa o clan, con cientos de miembros muy unidos, pueden estar celebrando alegremente una boda. En otro santuario, una dama puede encontrarse llorando frente a una Deidad, entristecida por alguna desgracia o en búsqueda de consuelo. En algún otro sitio abarrotado de gente, un niño está siendo bendecido, y varios grupos de músicos del templo llenan el ambiente con los estridentes sonidos del nagasvaram y de tambores. Cuando el puja llega a su apogeo, los sacerdotes brahmin entran y salen del sanctum llevando alcanfor y cenizas sagradas y agua santa a cientos de fieles que se aglomeran para ver a la Deidad. Todo esto sucede al unísono, sin ningún plan y sin embargo totalmente organizado. Es una experiencia maravillosa, y tal diverso conjunto de ceremonias de devoción y tal intensidad de veneración puede solo ser vista en un templo Hindú. No existe ningún otro lugar en la Tierra como un templo Hindú.

Esotéricamente, los Dioses en el templo, que viven en el microcosmos, pueden trabajar extraordinariamente rápido con todos. Tantas cosas suceden al unísono, que cada uno tiene la sensación de estar solo. A la mujer que llora le es permitido su momento de duelo. Nadie siente que ella esté afectando la boda que se efectúa adyacente. Nadie la nota siquiera. El templo es tan activo, tan lleno con gente, que cada uno es dejado venerar de la forma que necesita ese día en particular – llorar o reír o cantar o sentarse en contemplación silenciosa en un rincón alejado.

Viernes
LECCIÓN 131
La Centralización de los Templos

Así como la misma religión Hindú, el templo Hindú es capaz de absorber y abarcar a todos. Nunca dice que uno debe venerar de esta manera o que debes estar callado porque hay una ceremonia tomando lugar. Acepta a todos, no rechaza a nadie. Alienta a todos a aproximarse a Dios y no legisla ninguna forma de devoción. Los Hindúes siempre quieren vivir cerca de un templo, de modo de poder visitarlo regularmente. La gente arbitra sus dificultades en las proximidades del templo. La gente Hindú trata al templo muy seriamente y también muy informalmente. Es un asunto formal-informal. Entre un puja y otro, algunos pueden sentarse y conversar con otros, mientras otros se hallan venerando. Tú puedes incluso encontrar dos personas discutiendo en el templo, y la Deidad es el árbitro de su pelea, dando claridad de pensamiento a ambas partes.

Cada templo Hindú alrededor del mundo tiene sus propias reglas sobre como proceder y qué hacer en él. En algunos templos, en realidad la mayoría de los templos en el sur de la India, es requisito que los hombres se quiten la camisa y que entren con el pecho descubierto. Sin embargo, si tú estás vistiendo un traje de negocios en el templo de India del Sur en Nueva York, no hay problema. Tú no necesitarás quitarte la camisa. Cada templo tiene sus propias reglas, de modo de que deberás observar lo que todo el mundo hace la primer vez que vas.

El Hinduismo es la religión más dinámica del planeta, la de mayor alcance y la más comprensiva. El Hindú se halla completamente lleno con su religión en todo momento. Es una religión de amor. La ligadura común que une a los Hindúes en un cuerpo espiritual único son las leyes de karma y dharma, la creencia en la reencarnación, la Divinidad omnipresente, las tradiciones eternas y nuestros Dioses. Nuestra religión es una religión de acercamiento, uno con otro, debido a la unión común de amor a los mismos Dioses. Toda la gente Hindú son una familia, por cuanto no podemos separar demasiado un Dios de otro. Cada uno en su dominio celestial es también parte de una familia, la jerarquía divina que gobierna y ha gobernado la religión Hindú desde tiempo inmemorial y que gobernará el Sanatana Dharma hasta el infinito.

El Hinduismo no fue nunca creado, nunca fundado como religión. Por lo tanto no puede terminar nunca. Los Persas dieron el nombre de Hindú a las personas que vivían al este del río Indus, y el nombre Hinduismo evolucionó posteriormente para describir sus prácticas religiosas, esta fe antigua llevaba un título diferente – el Sanatana Dharma, La Verdad Eterna. Lo que se entendía era que dentro de cada persona existía el germen o célula de su total afinidad con Dios como la perpetua inspiración de su búsqueda espiritual y manantial de toda revelación. Este sentimiento perdurable de una Verdad que está siempre presente, que es Dios dentro del ser humano, es la esencia del Sanatana Dharma. Tal realidad inherente, brota vida tras vida tras vida, manifestando la perfección del alma a medida que la persona se vuelve más enteramente al estado de ver su total y completa unidad con Dios.

Sábado
LECCIÓN 132
En la Presencia de Dios

En los estadios iniciales del culto, el alma Hindú debe luchar con la incredulidad en los Dioses. El se puede preguntar si ellos realmente existen, especialmente si su propia intuición se halla velada por la asimilación de las creencias y actitudes existencialistas del Occidente. Sin embargo, el siente la existencia de ellos y este sentimiento lo lleva de vuelta a templo. El está buscando una prueba, sumergido en el proceso de conocer a los Dioses por sí mismo. El es animado y convencido por cientos de santos y rishis que han comprendido y encontrado profundas y permanentes relaciones con los Dioses, y quienes contaron de su grandeza en páginas de crónicas y escrituras.

El devoto se para frente al sanctum y telepáticamente le cuenta a los Dioses un problema, y con fe y esperanza se retira y espera. Días o semanas después, luego de haber olvidado acerca de su oración, se da cuenta de repente que el problema ha desaparecido. Trata de encontrar la causa de la solución y encuentra que un simple y favorable juego de circunstancias y eventos lo solucionó. ¿Han los Dioses respondido a su pedido, o esto hubiera acontecido de todas maneras? El lleva otro pedido a los Dioses, y de nuevo, a tiempo, una respuesta aparece en el curso natural de su vida. El tiene la impresión de que los Dioses escuchan y responden a sus necesidades. Confianza y amor han hecho raíz. El continúa año tras año trayendo a los Dioses a sus asuntos seculares, al mismo tiempo que los Dioses, con el mismo cuidado lo van llevando a él a sus esferas celestiales, avivando su alma con energía, alegría e inteligencia.

El Hindú busca a los Dioses para ayudas muy prácticas. El cree con devoción que los Dioses desde el Tercer Mundo son capaces de trabajar conscientemente con las fuerzas de evolución en el universo y ellos pueden sin duda encargarse de unos pocos problemas sencillos. El cree con devoción que los Dioses han sido dados para cuidar al ser humano en el planeta y acompañarlo a través de su paso por la Tierra, y que sus decisiones son vastas en sus implicaciones. Sus visiones abarcan al tiempo mismo, y sin embargo su enfoque detallado sobre el complicado entretejido de asuntos humanos es simplemente imponente.

Cuando el devoto se decide acerca de su "Ishta Devata", aquél Dios al cual dirigirá su cariño y devoción, esa Deidad asume la posición del padre espiritual. Muchos de ustedes son padres y conocen el valor inestimable que la corrección y la disciplina aplicada a tiempo cuando se crían hijos que puedan llegar a ser adultos maduros y responsables. Los Dioses son nuestros padres espirituales. Cuando un devoto no está viviendo a su mejor nivel, traicionando los propios votos que hizo en silencio, su Ishta Devata, o Deidad personal, está suficientemente presente en su vida, suficientemente viva en su mente, para saber lo que pasa. El Dios tiene la habilidad de escudriñar en el futuro y efectuar un ajuste abrupto y en general doloroso o una penalización severa en la vida del devoto, para protegerlo de una aún mayor tragedia inminente o abismo mental.

Domingo
LECCIÓN 133
¿Cómo Trabajan los Dioses con el Hombre?

Los Dioses no tratan a todo el mundo de la misma manera. La actitud de que las almas son iguales y sujetas a los mismos estándares de comportamiento correcto y equivocado no es una noción Oriental. Tampoco lo es la manera en que los Dioses ven las almas de las personas. Hay almas jóvenes y almas más viejas, de la misma manera que hay niños y adultos. Ellos viven en mundos diferentes en el mismo mundo. Almas que viven una al lado de la otra, pueden en realidad estar separadas cientos de años en su madurez espiritual, una recién aprendiendo lo que la otra aprendió hace muchas vidas. Los Dioses distinguen la profundidad del alma, y cuando el devoto se aproxima, ellos lo ven no solo como es, sino como él fue y será. Ellos ayudan al devoto en comprender dentro de la esfera de inteligencia que ellos comandan.

A menudo un Dios dirigirá principalmente un estrato especializado de la mente. El conocerá los problemas y matices propios de esa región de la mente. Entonces, la misma falta cometida por tres almas de diferentes edades bajo las mismas circunstancias, es vista por los Dioses como tres diferentes faltas. Un alma más vieja es más consciente, más capaz de controlarse y por lo tanto más responsable de sus acciones. Ella debía haber sabido, y su trasgresión le acarreará una retribución penosa. Otra alma menos madura aún está aprendiendo a controlar las emociones que provocaron su falta, y es reprendida con dureza. Otra alma, tan joven que su conciencia aún no ha comprendido las leyes de karma, de acción y reacción, y que no ha despertado al dominio emocional que la situación requería, es reprendida levemente si es que lo es.

Los Dioses en su superconsciente forma de juzgar las acciones y faltas humanas, son infinitamente justos y exigentes. Sus juicios son totalmente distintos a la noción de un Dios en el cielo que arbitrariamente condena o salva. En Hinduismo, todas las personas están destinadas a obtener la liberación. Ningún alma sufrirá eternamente. Por consiguiente, los Dioses en sus deliberaciones no están haciendo lo que se consideraría juicios personales. Sus decretos son simplemente el llevar a cabo la ley natural de la evolución. Ellos están siempre dirigiendo al alma hacia el Absoluto, e incluso sus aparentes castigos no son castigos sino correcciones y disciplinas que llevarán al alma más cerca de su verdadera naturaleza. Ahora, por supuesto, las leyes humanas no son así, especialmente hoy en día, pero en pasadas civilizaciones y en grandes imperios religiosos Hindúes de la India, había cortes tan justas, con personas de justicia tan iluminadas, que las sentencias y los castigos eran impuestos luego de un cuidadoso escrutinio del individuo, su dharma y sus deberes particulares y lo que se esperaba de él.

Es a través de la sanciones de los Dioses, que el Hindú asume la práctica del yoga – la ciencia Hindú estricta y ortodoxa de meditación que lleva a la unión de los muchos con lo único. El yoga es la culminación de años de servicio religioso y de devoción y puede ser exitoso solamente con la ayuda de los Dioses que son los centinelas que vigilan la entrada a los diversos estratos de conciencia. Esta aprobación, una vez obtenida, permite a la fuerza kundalini dentro del meollo de la médula espinal a elevarse sin peligro y unirse con el Supremo que todos los Hindúes saben es el Absoluto – sin tiempo, sin causa y sin espacio. Pero primero, mucho trabajo debe ser realizado.